Espero comprendan, primero que nada, que este no es un espacio para ventilar las intimidades de una banda.
Sólo diré, porque muchos de ustedes lo merecen y porque así lo prometí, que tengo ciertas ideas sobre la amistad, la honestidad y la música que, desafortunadamente, ya no puedo cumplir en La Barranca. Pensé que tras siete meses de “descanso” muchas cosas habrían cambiado. Pero no. Estoy hablando por mí únicamente aunque, hasta este momento al menos, también abandonaron el grupo Alex Otaola y mi hermano Chema, por las mismas razones. Sé que con ellos seguiré tocando y compartiendo música, porque somos amigos y disfrutamos nuestra compañía, pero no puedo ni quiero decir nada sobre sus decisiones futuras en ningún sentido. Repito: sólo hablo por mí. Asimismo, cuando digo “adiós a La Barranca”, es porque me despido yo. Ella se queda ahí, más vacía y no sé si con la posibilidad de albergar nuevos miembros… pero ya no me inquieta pensar en ello porque siempre di lo mejor de mí.
En fin. Mirando hacia atrás me enorgullezco porque ahí quedaron un puñado de discos excelentes, muchos conciertos memorables y sobre todo algunas conexiones entrañables. Creo además que marcamos un parámetro especial en el rock mexicano, llevando más arriba el trabajo iniciado por otros. También me siento feliz porque no hay nada mejor que tirar el lastre para añadirle bríos a la libertad. Ojalá nos sigamos encontrando en esta búsqueda de alegrías. Por lo pronto me escucharán con gente conectada en mi propio tiempo de vida y espacio. Un abrazo, desde el fondo.
aL